En la zona norte del Parque Nacional de Sierra Nevada encontramos una de las zonas más bonitas para conocer en otoño: el bosque encantado de la Dehesa del Camarate, en el término municipal de Lugros, a 60 km. de la capital granadina.

Otoño en el Bosque encantado
Se trata de una zona boscosa que posee una gran variedad de árboles -robles, cerezos, arces, fresnos, sauces, etc.- que en otoño adaptan una gran variedad de colores que combinan los verdes, amarillos, naranjas y rojos, dando un aspecto espectacular al bosque.

Otoño en la Dehesa del Camarate
Para llegar hay que tomar la salida 288 de la A-92, atravesar Purullena, Marchal, Beas de Guadix y Polícar y, poco antes de llegar a Lugros, tomar un camino a la derecha que te llevará al Horcajo del Camarate, donde en los meses de otoño habilitan un aparcamiento para recoger la gran cantidad de excursionistas. Además, habilitan un servicio de transporte en todoterrerno para evitar el acceso a la zona de vehículos privados.

Vertiente del río Alhama
Si vais temprano y vuestros peques son andarines, el camino inicial es muy plano y bonito, junto al río y entre los álamos. Pero si -como nosotros- vais justos de tiempo, coger la lanzadera puede ser práctico, aunque haya que pagar. Desde el otoño de 2017 se ha controlado aún más el acceso a esta parte del Parque Nacional en los días de máxima afluencia (los fines de semana de noviembre y de diciembre), de forma que hay que reservar plaza. Se limita el acceso a 575 personas cortando el acceso a vehículos desde la carretera a Lugros por lo que el acceso es a través de lanzaderas desde el casco urbano de Lugros. La entrada será gratuita y estará controlada por personal autorizado del Parque Nacional de Sierra Nevada.

Ermita de la
El camino te lleva hasta una zona vallada que impide el acceso a vehículos no autorizados, en donde se encuentran los restos de una antigua ermita elevada sobre unas rocas, junto al riachuelo. Es un sitio ideal para hacer un descanso tanto a la ida como a la vuelta o para comer.

Dehesa del Camarate con niños
A partir de ahí comienza el ascenso, en principio entre los árboles, luego por una zona menos arbolada, pero con vistas a las zonas boscosas. Es una rampa empinada y constante que puede cansar a los peques, por lo que quizás sea bueno pensar en llevar mochilas porta bebés o inventar algún juego para hacer más ligera la subida.
Culminando el ascenso se llega a una explanada donde se puede parar a comer, para luego emprender la vuelta por el mismo camino hacia abajo. La ruta se puede hacer más larga, pero ya depende del ritmo que lleve el grupo y las fuerzas de los peques. Nosotros tuvimos que volver un poco antes, pues se nubló el día y empezó a llover un poco, pero aún así nos encantó el paraje

Vacas junto a la ermita
Uno de los atractivos de la excursión, además de la variedad de colores de los árboles, es la posibilidad de ver animalillos como vacas que pastan por la zona, zorros y, con algo más de suerte, jabalíes o ciervos.
Qué bonito. No había oído hablar de esta zona. Tomamos nota para próximas escapadas. Un saludo.
Es uno de esos paraísos escondidos que cada vez se van conociendo más 🙂
Un sitiazo.
Me alegro mucho de haber compartido aquel día con vosotros!!!
Hay tantos rincones mágicos por descubrir tan cerca de nosotros…
Mañana vamos!!! Gracias por la info. Pretendemos ir con nuestro perro, espero q no haya inconveniente.
No creo que haya problema. Pasadlo genial 🙂